jueves, 24 de julio de 2008

LOS PLACERES DE LA VIDA

Un helado de chocolate a la una de la madrugada, en el porche, oyendo a los vecinos cuchichear.
Un donut de chocolate blanco en cualquier soportal de la Gran Vía, mirando a todo el mundo correr, y sacando el oído selectivo para escuchar sólo la lluvia (sí, se puede hacer, incrédulos).
Sentir que te chorrea el sudor y meterte en la piscina sabiendo que hoy, no tienes nada más trabajoso que hacer.
Acabar de limpiar toda la casa y tirarte en el sofá a escuchar el silencio (ni un ácaro se escucha comer, los he echado todos fuera!).
Salir de la ducha, y sentirte sexy porque sabes que hoy, te has deshecho de todos los pelos inservibles de tu cuerpo (las cejas sirven para que no entre sudor en los ojos, y los de la cabeza para no parecer bombilla).
Un trocito de tarta de queso a escondidas del mundo, cuando juras a diario que hoy, tampoco te saltaste la dieta.
Hacer zapping y eeeeeeeh, esa peli hace mucho que no la veía, y es mi favorita! (Echo de menos Mary Poppins y El Mago de Oz).
Abrir una caja del fondo del armario y encontrar ese pin que te regaló… en ese momento que…
Pasar las páginas de tu agenda (que no es lo mismo que mirar la lista de contactos del móvil) y darte cuenta al acabar, que te has pasado todo el rato sonriendo!
Recorrer tus vivencias sexuales y sentir en lo más profundo de ti que aún eres pura porque ese alguien no ha llegado aún. (La esperanza es lo último que se pierde).
Saltar como una cría en un probador, porque síiiiiiii, es una talla menos!!!!!!!!!!!!!!! Toma!
Un par de huevos fritos con patatas y darte el gustazo de quitarte los zapatos y dormirte sin ni siquiera quitar la mesa (si eso, ya luego…).
Que te llame ese imbécil que pasó de ti hace tiempo para decirte cuánto te echa de menos y responderle “perdona, no te he entendido, es que mi marido me está haciendo muy, muy, pero que muy feliz en este momento, decías…?” (toma farolazo).
Levantarte después de una fiesta en tu casa y darte cuenta de que tu amiga entró sigilosamente por la mañana y lo recogió todo.
Tener una agradable conversación con un amigo, aunque sea estando callados.
Confesar algo íntimo y feo a ojos de la sociedad y que la persona que esté delante de ti se ría, te agarre del brazo y diga “a mí me pasó lo mismo” (el placer de respirar).
Parir. Te quedas más a gusto… Y darte cuenta de que ya no tienes que levantarte veinte veces a hacer pis por la noche… eso no tiene precio!
El día de tu cumpleaños, a última hora, en el último momento, justo antes de las doce, leer ese mensaje de felicitación que pensabas que esa persona, no se acordaría de mandarte.
Levantarte a las doce de la mañana y saber que te puedes quedar un ratito más porque tienes hasta la comida hecha.
Estar cada día más segura de que no te equivocabas con esa persona.
Continuará…

TRADUCCIONARIO II

Peñequeca: pequeña
Fido: frío, Claudia
Pio: frío, Ariel
Panan: pañal
Lelado: helado
Otas/etas: cambia la teta
Tajeta:tijeras
Se cayó: me he caído
Nanané: Santander
Quesó/ papá: Jesús (padre de Celia)

RELÁJATE CONMIGO

Aaaaaahhhhh, síiiiiiiiiiiii, por fiiiiiiiiiiiiiiiin! Ya están los niños dormidos. Aquí estoy, tumbada en el sofá, con mi mousse de chocolate, de esa de ñññññññññññññññññññ ññññññññññññ ññññññññññññññññññ, bueno, ya estamos! Mecagüentumadre! El niñato (cualquiera de ellos) gilitonto de la moto enturbiando mi Hora Sagrada. Reconcéntrate, Ana. Aquí estoy, tumbada en el sofá, con mi mousse de chocolate, de esa de oferta, paga menos y engorda más, porque como está barata te puedes permitir el lujo de comértelas de dos en dos. Hago zapping, y no veo nada; hoy repiten C.S.I., y es que… a Gary Dourdan ya me lo sé de memoria, ay, ay, ay! Eso no es un hombre, es un regalo de los Dioses. Tenía que ser patrimonio de la humanidad, así como El Escorial o La Alambra! Bueno, no, mejor no, que le visitarían muchas mujeres… y claro, como es mi novio, pues no mola. Eh, eh, eh, no reírse; por supuesto que es mi novio, lo que pasa es que aún no se lo he dicho, qué pasa! Bueno, sigo aquí, con mi relaxxxxx…….ñññññññ ñññññññññ ñññññññññññ Diooooooooossssssssssss… Sólo me falta que venga alguien a darme un masaje en las piernas, y que cuando acabe apague la luz y se marche (sin cobrar!). Podría levantarme yo misma a por la mascarilla relajante de cerezas (también de oferta), pero es que… me levanto, o no me levanto? Es que estoy mu cansá, mira que si me levanto, y termino con el cuerpo echo polvo y destrozao (Moji).

Y diréis para vosotros mismos… ¿y ésta? ¿De qué se queja? Si no estudia, ni trabaja, ni tiene que cumplir con obligaciones maritales! Pues es que mi padre está pasando unos días fuera, y claro, me toca a mí hacer sus labores: regar las hortensias (esas que se están empezando a pochar), planchar (eh, que conste que yo no le obligo), y limpiar la piscina. Como no hay otra hora en la que los niños me dejen un rato tranquila, me ha tocado pasar el limpiafondos en la siesta: el sol en tó lo alto, taitantos grados y sin sombra alguna donde cobijarme. Me he puesto una camiseta para no quemarme la espalda, pero la cara se mha puesto… parezco una alemana. Pero no, ya sé que estáis pensando alemana como la Chiffer, que soy igual de bella pero en castaño, pero que no, de verdad, que parezco alemana, alemana, de las que hablan alemán de ese raro y cuando ven un autobús lleno de gente, lo llaman “subenempujenestrujenbajen”.

Hablando de parecidos, últimamente me sacan parecidos a gente famosa, más que razonables. Tengo una amiga, que dice que mi niño se parece a Madox, el hijo de Angelina Jolie, y claro, evidentemente, entonces yo me parezco a Angelina. Pero anda ya… si el niño ese es adoptado... ¿y qué, cacho lista? Si yo cuando estudiaba, ehhh… (estudié, algo, se puede decir que estudié) que las personas nos desarrollamos según la genética y el ambiente. Anda, anda, y ahora qué? Pues eso, que Madox se parece a su madre por el ambiente, y mi niño a mí por la genética, y por esta regla de tres, yo me parezco a Angelina. Y el que vale, vale, y el que no, pá letras.

Además, mi hijo me saca parecido a Pamela Anderson, o a cualquier otra vigilante. Atención a la que me lía por las tardes: se coge su carrito rosa con su muñeco rosa, y se pone a andar por el borde de la piscina, y cuando llega a la esquina, tira el carrito (y al muñeco, con su pañal y todo el equipo), y empieza a llorar “Eco, eco, eco”. Tengo que ir nadando a rescatarlo, con mi bañador verde, que no rojo, y sumergirme para salvarlo de morir ahogado (muerto debe estar, porque antes le apretabas la tripa y decía “mama, mama, papa, papa”, y ahora no dice ná). Se lo doy a mi niño, me sonríe y dice “gasia”. Todos los días el mismo episodio, mismo argumento, mismos protas y mismo bañador.





Y es que mi hijo, es un sol, es súper simpático. Siempre va saludando a tó lo que se menea. Y hoy, hasta a lo que no se menea. Ha hecho caca en el patio, se incorpora, y dice “adiós” y se despide con la mano mientras se va yendo de la peste. Y luego hay gente que dice que yo no los educo para vivir en sociedad y que los tengo asalvajaos. Amos, no jodas! A ver quién conoce a niños más agradables y educados que los míos… si la envidia fuera tiña… La otra ha visto que yo me partía de risa, y ha empezado a dar vueltas alrededor de la caca “adiós, caca, adiós” (canturreando). Ahí estaban los dos a las once y media de la noche ayudándome a tender. Dentro de diez años, cuando mis amigas empiecen a tener hijos, yo querré tener más, seguro. Claudia y Ariel ya serán preadolescentes, y no me podré reír tanto! “No cabo”, “no quepo”, “no cabo”, “Claudia, se dice no quepo”. Creo que esto nos ha pasado a todos. A ver a qué listo que conjugó el verbo caber se le ocurrió que tenía que ser yo quepo y tú cabes. Si ejque no tiene razón de ser!

domingo, 20 de julio de 2008

DESAPARECE II

Nadie me ha tratado nunca tan bien como tú. Y nadie nunca, me trató tan mal. “Mi amor, mi vida, mi cosita, mi peluchita, mi bomboncito…” Todo mentira. Cada palabra tuya era una losa que escondía al verdadero Wilmer. Maltratador, mujeriego, sinvergüenza, hipócrita, mentiroso… Ni hombre, ni nada. Ni una puta mierda eres.

Cuando te conocí, estaba acostumbrada a ser fuerte, a no quejarme físicamente. Y contigo, me sentía a gusto, y me abrí. Sentí el apoyo que nunca había tenido, me tragué como una imbécil todo lo que me decías. Como todo el mundo, como tu familia, como la gente del trabajo, creía que de verdad eras bueno, calladito y modosito, un cielo. Pero qué razón tiene mi abuela cuando dice “de las aguas mansas me libre Dios, que de las bravas, me libro yo”, y es que no se te veía venir, hijo de puta! Hasta a ella se la colaste, que me dijo “ay, hija, qué suerte has tenido, qué bien te trata”. Y mira… De ayudarme en casa: “qué bueno, que cocina, plancha, friega… e incluso quiere llamarme de usted para respetarme más”, a no darme ni un duro para mantener a mi hija, con siete meses de embarazo. Abriste la hucha de Claudia para comprarte ropa e invitar a tus amantes a cenar.

Mi vida era mierda, pero era mi mierda, y tú la destrozaste. Tú me has roto la confianza en los demás, la ilusión por formar una familia tradicional, ya no creo en ningún hombre, ni en el amor, ni en la pareja, ahora sí rechazo el sexo por completo, y te odio. Me das asco, quiero que te vayas de nuestra vida para siempre.

No sé cuánto tiempo me queda para olvidarme del todo de tantas cosas que me has hecho. A veces, me miro las piernas y aún me veo cardenales. Me peino, y cuando levanto los brazos, veo las marcas de tus dedos en mi piel. Cuando los niños jugando me tiran del pelo me acuerdo de todas las veces que me tiraste al suelo de esa manera. No se me olvida cómo me arrastrabas por la casa de los tobillos de madrugada, cómo me empujabas y me hacías caer en la cama. Me encerrabas en la habitación en pleno verano, con calor, y me abrías la puerta del baño sin dejarme ninguna intimidad. “Si te quedan marcas es porque eres muy sensible”. Claro, sería por eso. Bestia.

Me quitabas el móvil, me lo registrabas, te llevabas mi tarjeta para que no pudiera hablar con nadie. Te venías conmigo al ciber para saber quién me escribía. Me acusabas continuamente de serte infiel, embarazada y con una niña. Me llamabas puta y me decías que estaba deseando follarme a otros y buscarle otro padre a mis hijos. “Claudia es mi hija porque se parece a mí, pero a saber de quién es ese niño que llevas dentro”. “Me voy a llevar a mi hija a Ecuador, a ése, quédatelo tú”. “Si vas a trabajar al Telepizza es porque hay un negro, verdad? Eso es lo que a ti te gusta”. En varias ocasiones te dije que se cree el ladrón que todos son de su condición, y pedazo de cabrón, te cambiaba la cara en ese momento y replicabas “pero mi amor, en serio piensas que yo sería capaz de ponerte los cuernos?”. Inocente de mí, un día detrás de otro. Y lo peor, no era eso, sino que no nos protegiste, ni a los niños, ni a mí, nos expusiste a cualquier enfermedad sin saberlo, eso no tiene ni nombre, es imperdonable.

Se oía en la tele “la víctima número x de violencia doméstica…”, “a saber qué habrá hecho para que la mate su marido, si es que en España os lo buscáis”. Sólo conseguía respirar cuando te marchabas por la mañana, pero cuando la llave se metía en la cerradura a las siete… otra vez se me hacían piedra los pulmones. El ahogo de la impotencia se me ahogaba en lágrimas. Sentía que te quería tanto, que todo era posible, hasta que volvieras a ser como antes ( qué tontería, era todo mentira). Con mi amor todo se iba a solucionar, tú reaccionarías, inocente, inocente…

Horas y horas de mediador, de psiquiatra… para nada. Mi Fernando y mi Jesús, que tanto me han ayudado, hasta de ellos tenías celos. Tú pasabas de tratamientos y sólo exigías. Yo no podía tener amigos, ni hablar con hombres de ninguna clase. Me cebabas como a un gorrino, y me decías que no hacía falta que me depilara, que así estaba bien. Menudo moro. Pero moro, moro. Tuve un novio de Marruecos, y jamás me trató así, nunca me faltó el respeto, ni me prohibió nada, ni me mandó al torreón. Tú sólo querías que fuera de tu propiedad. ¿Qué vas a enseñarle a mi hijo, a abusar de las mujeres por la fuerza? ¿Y a mi hija? ¿A ser sierva, súbdita y esclava de un hombre? ¿A que tiene que acceder a todo tipo de chantajes? No te acerques a ellos, vete.

Perdí la cuenta de las veces que te dije que no me apetecía, que no quería, que por favor, me dejaras en paz. A veces con la única fuerza de mis brazos, otras con los ojos encharcados. Y tus amenazas y chantajes: “pues no te extrañe si me voy con otra”, “si tu no accedes a esto que yo quiero, lo buscaré por ahí”, “conmigo no quieres hacer esto, pero seguro que con lo puta que eres, no te ha importado hacerlo con otros”. Cuántas veces me dijeron en la calle que me ponías de loca… tan experto tú, claro, que decías que tenía doble personalidad, hasta en el juicio dijiste que tenía un trastorno bipolar y que tenía que tomar medicación… joder. No tienes ni puta idea de lo que son la enfermedades mentales.


“Si un hombre hiciera daño a mi hermana, lo mataría”. “Si a tu hermana le hicieran todo lo que tú me haces a mí, qué pasaría?”. “A saber qué habría hecho ella para merecerlo”.

Amenazabas con suicidarte si te dejaba, todavía estoy esperando que lo hagas. Amenazabas con suicidarte, si no volvía contigo. Aún estás a tiempo. Amenazabas con suicidarte si no veías a tus hijos a diario. Lo que mereces es morirte por no tener la decencia de venir a verlos.

“Tus amigos sólo quieren acostarse contigo, y tus amigas que les soluciones la vida. Nadie te quiere”. Fran me quería muchísimo, Dani siempre se portó bien conmigo. Celia es mi hermana de corazón. Las únicas personas que me habéis mentido con respecto a vuestros sentimientos, sois mi madre y tú. Sí me siento querida y nunca traicionada, el resto del mundo me valora, no soy ninguna alfombra ni objeto sexual.

“Algún día reharás tu vida y estarás con un tío”. Perdona, pero tú tienes tu vida, y mi vida, son mis hijos. No hay nadie que esté ni hoy ni mañana por encima de ellos. Gracias a ti, no puedo confiar en ningún hombre, pero si se diera el caso, jamás estaría por delante de ellos, no soy como tú, yo no los cambio por un par de polvos. No he sentido nunca eso que llaman el instinto maternal, nunca quise tener hijos, y me costó quererlos y asumirlos, pero ahora, soy madre. Tú no eres nada.

DESAPARECE

No puedo hacer otra cosa más que odiarte. Antes olías bien, ahora apestas a mentiras y sexo. Me has jodido, pero bien, y sigues haciéndolo cada día. Quiero que desaparezcas, que te marches para siempre, que nos olvides, y dejes de dar por culo. No estás para lo necesario, estás sólo cuando a ti te da la gana, un padre de ocio, dos horas a la semana y dando gracias. Así no tengo yo dos hijos, tengo ocho, no te jode!

Tienes muuuucho tiempo libre: no trabajas, no haces nada útil, no tienes que descansar del trabajo (menuda excusa), y no vienes a ver a tus hijos. Siempre tienes prisa por marcharte, y bastante habitualmente llegas tarde, no avisas, no te presentas… cualquier cosa es más importante que tus hijos. Me acuerdo de tus palabras en la calle Pez: “ el día que yo tenga hijos… ay! Esa es la ilusión de mi vida, voy a trabajar mucho entre semana, y los fines de semana los dedicaré por entero a ellos”. Mentira. No cumples económicamente, les debes más de medio kilo, no ingresas puntual, das (cuando das) prácticamente sólo la mitad de lo acordado, a veces incluso menos. Ni siquiera has tenido huevos a darle a mi padre las gracias por acoger a tus hijos en su casa y por mantenerlos.

Jamás los acompañas a una revisión, nunca preguntas qué me dijo el pediatra, no me pides ver el libro de vacunas, ni te has interesado lo más mínimo por cuándo se tienen que escolarizar los niños, y mucho menos por los trámites, papeleos, becas, solicitudes, listados… Le hiciste las fotos a la niña porque la tienda está enfrente, porque yo te di el dinero, y porque casi te tuve que suplicar. Crees que con llamar dos veces a la semana y preguntar “cómo están los niños?”, bien, “ah, vale, sólo llamaba para eso. Chao”, ya has cumplido como padre. No te encargas de su educación, de su crianza, de nada. No compartes tareas ni responsabilidades. No les lavas la ropa, les planchas, les haces de comer, les haces la compra, limpias sus juguetes, les bañas, les cantas, les entretienes, les enseñas a contar, les enseñas a ir al váter, les enseñas a cruzar la calle, a quererse, a perdonarse… nada. Sólo les llevas al parque “porque cada uno tiene su forma de criar a sus hijos” (no eres más tonto porque no eres más grande). Ni siquiera sé dónde localizarte si les pasa algo, no tienes ni teléfono, ni una dirección!

“Pues deja que me los lleve un fin de semana a mi casa”. Pero tú realmente te crees que yo soy tan gilipollas como para dejar que te lleves a mis hijos a saber dónde (la última casa que conocí tuya tenía cucarachas de medio kilo jugando al póker en mesa del salón, no jodas!), con a saber quién (cambias de churri/ novia/ amante cada tres meses, a cada cual, peor), a saber en qué condiciones, horarios, y comiendo a saber qué con arroz. Tus hábitos de vida en los últimos tiempos dejan bastante que desear, ataques epilépticos por no dormir (y por alguna copa que otra), salir todos los días de la semana, no tener ni un duro en el bolsillo (como para que te pase algo estando con los niños). Si no quiero regularizar la situación, es porque me niego a que un juez me diga que te tienes que llevar a los niños un mes en verano, yo me muero si no veo a mis hijos cómo se duermen cada noche y cómo sonríen cuando despiertan cada mañana. Hasta que no sean capaces de llamar por teléfono y decir “mami, no te preocupes, estamos bien” o “mamá, ven a por nosotros, no aguantamos más”, mis hijos no se irán contigo, eso tenlo claro.

Si mis hijos tienen contacto con tus padres es porque yo me encargo de llamarles y ponérselos al teléfono, de mandarles algún detalle de vez en cuando, y de enviarles fotos. Si por ti fuera, no sabrían nada de los niños desde hace… dos años por lo menos. Si tienen contacto con tu hermana, es porque ella viene a mi casa todas las semanas, y hablamos un día sí y otro no. Preguntan más por ella que por ti, y le hacen más caso. Ella no tiene prisa, y cuando viene, me ayuda de verdad, cuando ella está aquí, yo descanso.
Por mucho que te llamen papi, tú no formas parte de la familia. Has quedado reducido al aportador de esperma. Quienes somos la familia, quienes nos involucramos con ellos, somos la tía Pili, la tía Celia, mi padre y yo. Nosotros somos los que sacamos a los niños adelante. Tú simplemente eres ese “señor” que los lleva al parque dos horitas de mierda a la semana.

EN LA SOLEDAD DE LA NOCHE

No puedo dormir. Hoy ha sido un mal día. Hacía mucho tiempo que no estaba tan enfadada. Pero no quiero ni acordarme del tema, ya me desahogué con Celia, asín que… a otra cosa, mariposa.

Quiero pedir perdón a mis niños… hoy me he portado muy mal con ellos. He descargado toda mi ira gritándoles por todo, y no lo merecen. He sido realmente mala. Soy una cobarde que no consigo expresar lo que pienso y lo que siento, y las cosas se me van haciendo más y más pesadas cada día hasta que reviento, con las personas equivocadas. De ser dañinamente sincera he pasado a callar, y sigo sin poder hablar de mi opinión, de cómo veo las cosas realmente, sin disfrazarlas ni suavizarlas. Por más horas de terapia, sigo sin poder expresar mis necesidades. Tengo miedo al no, a la contraria, a que me desmonten los argumentos… a seguir teniendo a alguien por encima que “sabe más”, y que lleva “toda la razón porque sí”. Estoy agotada de estar bien, de estar calmada, de cumplir con mis obligaciones obligatorias y con mis obligaciones adquiridas, de estar ahí. Yo también NECESITO. Necesito de vosotros, necesito que me ayuden, que me den cariño, que me llamen, que estén pendientes de mí, que me sorprendan, que me mimen. Dar es bonito, pero yo también necesito que me den algo a mí. Hoy, sí he echado de menos muchas cosas. Pero he sido yo misma la que ha elegido vivir así, no puedo reclamar nada. Y si pudiera, pues tampoco lo haría. Me pueden los miedos.

miércoles, 16 de julio de 2008

YA FALTA MENOS

HOY QUIERO DAR LAS GRACIAS A...
Estoy mucho mejor. Sí. Como nunca, diría yo. Cierto es que ya no vivo las cosas buenas tan intensamente, pero al menos, ¡ya no sufro!. Estabilidad, y tal vez, hasta madurez.
Poco a poco, voy dejando atrás los malos recuerdos, y cada día me autorefuerzo y me envío mensajes positivos. Cuando empecé la terapia con Mariana, lo veía como tonterías, pero, joder, funciona de verdad. Mi autoestima sube, y los pedestales bajan. No volvería a ninguan época anterior. Me queda mucho por vivir, vivir de verdad, no pasar un día detrás de otro. Siendo realista, sé que nunca me comeré el mundo, pero voy a saborearlo, eso lo tengo claro.
Ya no me odio tanto, es más, yo creo que hasta me quiero un poco. Me doy cuenta de que soy muy especial, no hay nadie como yo, molo mucho. Soy activa y creativa, y la gente que está cerca de mí, se ríe!
Este proceso es duro, y se asemeja a saltar al pelotón en la comba. Una a una, se van incluyendo cosas en la cuerda de la vida, y si todas saltan a la vez, aunque sea despacio, funciona. Si una de ellas falla, se traba la cuerda y se para. Suave y con delicadeza, así voy haciendo saltar todo lo que compone mi vida, para que siga un ritmo y no se pare. Lo estoy haciendo muy bien.
Cada día tengo más definido para qué estoy yo aquí, y es para hacer sonreír a los demás. Me da igual cómo de podrida esté la sociedad, yo soy de otra manera, y lo pienso explotar. Fernando me dijo una tarde: tú has vivido mucho, ahora tienes que ser maestra de otros. Me dedique a lo que me dedique, quiero que cada persona que pase por mi lado vaya mejor de lo que vino, o al menos, que no sea peor!
Todo esto se lo debo a:
Fernando: por sus largos paseos por El Retiro y sus innumerables conversaciones telefónicas.
Jesús: porque su sola presencia me hace sonreír, por sus abrazos y sus te quiero, que ahora comprendo.
Mariana: por su insistencia y su machaque.
Paloma: por su ultimátum.
Celia y Tamara: porque sois mi familia escogida.
Claudia y Ariel: por enseñarme que un hombre, no da compañía ni amor, no da nada que vosotros no tengáis.
Mi padre: por recogernos en su casa, sin condiciones, ni rencores, ni exigencias.

HOY NO ME MOJO NI DE COÑA

7 a.m.
Quiero lavarme las manos, y oh, no hay agua. Llamo al Ayuntamiento. No lo cogen. Ni cocinar, ni limpiar, ni ducharme. Teta!
8 a.m.
Vuelvo a llamar al Ayun.
-Ayuntamiento, nos días- imagino un bostezo a otro lado.
-Buenos días. Llamo de la calle San Joaquín. No tenemos agua. ¿Es general, o sólo en esta zona?
-Pues... no sé. No tengo ni idea.- A ver, ¿cómo qe no tienes ni idea? ¿tú te has duchado esta mañana, sí o no?- ¿Sabes tú algo de la calle San Joaquín?... No, aquí no sabemos nada. Ahora comunicarán con la calle- Ah, que las calles tienen teléfono.
-Vale, gracias.
8.30. am.
Se llena la calle de obreros. Ni un solo fontanero.
-Disculpe, ¿sabe si va para largo?
-Pues... es que vamos a empezar ahora. Se ha reventado una cañería-La misma que hace un año, por el mismo sitio.
-¿Y no han podido avisar para coger agua?
-Es que a las tres de la mañana cuando he venido a cortar el agua, no iba a llamar puerta por puerta- A ver, si en el Ayun no sabían nada, y este hombre trabaja para el Ayun, quién le ha dado la orden de cortar el agua????????- Además, no te quejes, que tú tienes piscina para lavarte- ¿Ehhhhhhhhhhhhhhhh?- Si la peor parte, nos la llevamos nosotros que tenemos que trabajar- ¿Cóoooooooomo?.
9.10 a.m.
Se ponen a picar.
10. 20 a. m.
Salgo a ducharme a casa de Celia, y me los encuentro colocando el chorizito en el pan, a la sombra de MI VALLA. Diooooooooooooooosssssssssssssssssssss.

Agradecimientos: Exctmo. Ayuntamiento de Villa del Prado, por su labor incondicional a que nos descojonemos en casa, aunque sólo sea por pura mala leche.

miércoles, 9 de julio de 2008

DESCUBRIENDO LAS ESTRELLAS

-Ana, Ana, mira!
-Anda, son estrellas!
Junta sus manitas y se queda mirando al cielo, desnudita, con su chupete rojo y sus chanclas rosas.
-Son bonitas, ¿verdad?
-Sí, bomitas. Gusta mí, Ana, gusta Cavia. Tan biba.
-Claro, hija, están arriba, en el cielo.
-Biba, biba! No cala coge. No, no cala.- Se pone de puntillas y estira los brazos, con los ojos muy abiertos.
-Ah! ¿No las puedes coger? Es que están muy altas.
-No… No cala. A domí a cama, mami.
-Vale, vamos a dormir. ¿Le has dado un beso al abuelo?
-Bulo, beso. Adiós, ta maniana. Jijiji… a cama.
Les pongo los pañales, les quito las chanclas, y apago la luz. Nos tiramos de cualquier manera en el camódromo.
-Afante.
-Hija, estoy cansada, no me apetece cantar. Mejor mañana.
-Vaaaaaaale, mamá cansada, sí, cansada mamá. Maniana.
Empieza a dar vueltas en la cama, mareando la almohada.
-Ana, contigo.
-Claudia, ahora no puedo. Espérate que Ariel termine con la teta y se duerma.
-Vaaaaaaale, Arié teta.
-Ahora voy contigo.- Cuando llego a su lado, está casi dormida. La abrazo y le doy montones de besos- ¿Estás agustíto?
-Sí.
-¿Me quieres?
-Sí.- Ya casi no la oigo. Está tan cansada que no tiene fuerzas para contestar.
-Yo a ti también, hija, mucho, mucho.- La poca luz que entra de la calle me basta para ver cómo se le van cerrando los ojos, despacito.


¿Se puede ser más dulce, más paciente y más comprensiva, con dos añitos y medio? Claudia, tú sí que eres bonita, tú sí que eres estrella.