domingo, 20 de julio de 2008

DESAPARECE

No puedo hacer otra cosa más que odiarte. Antes olías bien, ahora apestas a mentiras y sexo. Me has jodido, pero bien, y sigues haciéndolo cada día. Quiero que desaparezcas, que te marches para siempre, que nos olvides, y dejes de dar por culo. No estás para lo necesario, estás sólo cuando a ti te da la gana, un padre de ocio, dos horas a la semana y dando gracias. Así no tengo yo dos hijos, tengo ocho, no te jode!

Tienes muuuucho tiempo libre: no trabajas, no haces nada útil, no tienes que descansar del trabajo (menuda excusa), y no vienes a ver a tus hijos. Siempre tienes prisa por marcharte, y bastante habitualmente llegas tarde, no avisas, no te presentas… cualquier cosa es más importante que tus hijos. Me acuerdo de tus palabras en la calle Pez: “ el día que yo tenga hijos… ay! Esa es la ilusión de mi vida, voy a trabajar mucho entre semana, y los fines de semana los dedicaré por entero a ellos”. Mentira. No cumples económicamente, les debes más de medio kilo, no ingresas puntual, das (cuando das) prácticamente sólo la mitad de lo acordado, a veces incluso menos. Ni siquiera has tenido huevos a darle a mi padre las gracias por acoger a tus hijos en su casa y por mantenerlos.

Jamás los acompañas a una revisión, nunca preguntas qué me dijo el pediatra, no me pides ver el libro de vacunas, ni te has interesado lo más mínimo por cuándo se tienen que escolarizar los niños, y mucho menos por los trámites, papeleos, becas, solicitudes, listados… Le hiciste las fotos a la niña porque la tienda está enfrente, porque yo te di el dinero, y porque casi te tuve que suplicar. Crees que con llamar dos veces a la semana y preguntar “cómo están los niños?”, bien, “ah, vale, sólo llamaba para eso. Chao”, ya has cumplido como padre. No te encargas de su educación, de su crianza, de nada. No compartes tareas ni responsabilidades. No les lavas la ropa, les planchas, les haces de comer, les haces la compra, limpias sus juguetes, les bañas, les cantas, les entretienes, les enseñas a contar, les enseñas a ir al váter, les enseñas a cruzar la calle, a quererse, a perdonarse… nada. Sólo les llevas al parque “porque cada uno tiene su forma de criar a sus hijos” (no eres más tonto porque no eres más grande). Ni siquiera sé dónde localizarte si les pasa algo, no tienes ni teléfono, ni una dirección!

“Pues deja que me los lleve un fin de semana a mi casa”. Pero tú realmente te crees que yo soy tan gilipollas como para dejar que te lleves a mis hijos a saber dónde (la última casa que conocí tuya tenía cucarachas de medio kilo jugando al póker en mesa del salón, no jodas!), con a saber quién (cambias de churri/ novia/ amante cada tres meses, a cada cual, peor), a saber en qué condiciones, horarios, y comiendo a saber qué con arroz. Tus hábitos de vida en los últimos tiempos dejan bastante que desear, ataques epilépticos por no dormir (y por alguna copa que otra), salir todos los días de la semana, no tener ni un duro en el bolsillo (como para que te pase algo estando con los niños). Si no quiero regularizar la situación, es porque me niego a que un juez me diga que te tienes que llevar a los niños un mes en verano, yo me muero si no veo a mis hijos cómo se duermen cada noche y cómo sonríen cuando despiertan cada mañana. Hasta que no sean capaces de llamar por teléfono y decir “mami, no te preocupes, estamos bien” o “mamá, ven a por nosotros, no aguantamos más”, mis hijos no se irán contigo, eso tenlo claro.

Si mis hijos tienen contacto con tus padres es porque yo me encargo de llamarles y ponérselos al teléfono, de mandarles algún detalle de vez en cuando, y de enviarles fotos. Si por ti fuera, no sabrían nada de los niños desde hace… dos años por lo menos. Si tienen contacto con tu hermana, es porque ella viene a mi casa todas las semanas, y hablamos un día sí y otro no. Preguntan más por ella que por ti, y le hacen más caso. Ella no tiene prisa, y cuando viene, me ayuda de verdad, cuando ella está aquí, yo descanso.
Por mucho que te llamen papi, tú no formas parte de la familia. Has quedado reducido al aportador de esperma. Quienes somos la familia, quienes nos involucramos con ellos, somos la tía Pili, la tía Celia, mi padre y yo. Nosotros somos los que sacamos a los niños adelante. Tú simplemente eres ese “señor” que los lleva al parque dos horitas de mierda a la semana.

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